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Día del Árbol

Honduras cuenta con gran diversidad en flora y fauna, que lamentablemente no valoramos ni protegemos. Por el contrario, la depredamos en un afán autodestructivo, que alcanza, al menos 108,000 hectáreas de bosque deforestado anualmente. Las causales de la deforestación incluyen: incendios forestales, plagas y enfermedades, subutilización de la materia prima, erosión y sedimentación, sobre corte del recurso disponible, uso de leña para combustible de uso doméstico, uso inadecuado de la potencialidad del suelo, crecimiento demográfico que demanda mayor cantidad de tierras para cultivos, sobrecapacidad industrial de aserrío, falta de supervisión y control por parte de las instituciones encargadas de la defensa del bosque, carencias de incentivos para proteger y conservar los árboles. Los bosques más deforestados son los de coníferas, latifoliados y manglares.

Las consecuencias, cada vez más evidentes: pérdida de fuentes de agua, erosión de suelos, contaminación ambiental, disminución de la calidad de vida, incremento de la pobreza, alteración del ciclo hidrológico, disminución y extinción de fauna. Tanto especies vegetales como animales se encuentran en peligro de extinción. Un recorrido por los cuatro puntos cardinales del país constata este desolador panorama: en San Pedro Sula, los acuíferos - ríos subterráneos -, amenazados por talas e invasiones, reduciendo la disponibilidad de agua; en la cordillera de El Merendón, continúa la construcción de viviendas a ritmo cada vez más acelerado. En La Ceiba, la cuenca del río Cangrejal ha sido detectada por el ICF, comprobando el corte ilegal de doce manzanas de bosque, poniendo en peligro tres nacientes de agua y una quebrada. En La Mosquitia prosigue la depredación de la reserva del río Plátano, patrimonio mundial de la humanidad, el más grande pulmón vegetal en Centroamérica, por parte de hacendados y propietarios de aserraderos. En Tegucigalpa y sus alrededores, cada incendio forestal, de promedio, daña 36.41 hectáreas de bosque, afectando las microcuencas en La Tigra y El Uyuca.

No existe la cultura ciudadana de denuncia de los pirómanos por parte de los pobladores de zonas boscosas y los propietarios de terrenos no dan mantenimiento mediante rondas para prevenir incendios.

De no revertir tal tendencia, heredaremos a las nuevas generaciones regiones desérticas, con temperaturas cada vez más elevadas, con creciente escasez de fuentes hídricas, con poblaciones afectadas en sus pulmones y ojos. La actual indiferencia colectiva debe ser reemplazada por la conciencia ambientalista y la preservación y defensa de nuestras forestas.

OPINIÓN

es-hn

2023-05-30T07:00:00.0000000Z

2023-05-30T07:00:00.0000000Z

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