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elenaCasco from craft to art

Agua, tierra y fuego se unen en la alfarería, una tradición ancestral a la que Elena Casco decide dar un twist personal y contribuir a fomentar el barro como arte. ¡Conoce a la ganadora de la edición Girl Boss 2021!

Sus recuerdos de niña están íntimamente ligados al sur de Honduras, evocan la tierra, la brisa del mar, manglares, paseos a caballo, juegos al aire libre y el sabor dulce de los mangos que bajaba directo de los árboles…La alegría que Elena Casco sentía en cada visita a la finca de su padre ubicada en El Guayabo o a la casa de su abuelo en Coyolito, era infinita. Entonces no imaginaba que el sur, con su eterno verano, la atraería de nuevo en el futuro para encontrar su propósito. Al graduarse de secundaria se fue a Loyola University en Chicago para estudiar Relaciones Públicas y Mercadeo, “carrera que no considero que me guste…. ¿Qué iba a saber a los 18 años sobre lo que quería ser el resto de mi vida?”, dice Elena, quien ahora medita que le hubiera gustado estudiar diseño de interiores o agronomía. Pero al final, todo tiene un propósito y su destino no era definitivo. De su graduación como universitaria a su debut como emprendedora no pasó mucho tiempo. Elena tendría que pasar por ciertas experiencias antes de crear Del Barro, un fascinante proyecto que la llevó a convertirse en la ganadora de la segunda edición 2021 de Girl Boss, iniciativa impulsada por ESTILO con el patrocinio de BANPAIS, Michelob Ultra Hard Seltzer, Supermercados Colonial, Marca País y Salonista. Del Barro es el resultado de la admiración que siente por la alfarería que se practica desde tiempos ancestrales en ciertas regiones de Honduras. Respetuosa de esa tradición pero con una visión moderna decide dar un twist a las piezas clásicas de barro, dando un vuelco a sus formas y colores para convertirlas en arte que ha traspasado fronteras llegando a New York, Miami o Madrid. Con esa premisa ha recorrido los lugares más insólitos del país, ha conversado con los mejores en ese oficio y aprendió cada uno de los pasos que conlleva el proceso de la alfarería. Este es un legado que está agonizando y que debemos rescatar, con ese pensamiento en mente la ganadora de Girl Boss se ha volcado entusiasta en este emprendimiento, reivindicando lo artesanal como un lenguaje universal, trabajando para asegurar la preservación de métodos ancestrales que se deben conservar y brindando apoyo a las comunidades de alfareros que cada vez son menos.

ESTILO: Un momento que haya marcado tu vida…

ELENA: Cada experiencia ha contribuido a formarme en la persona que soy. Definitivamente la muerte de mi padre Daniel Arturo Casco fue la más dura y la que más ha marcado mi vida hasta hoy. Desde entonces he tenido momentos buenos y malos, días que lo extraño más que otros pero él siempre está presente en mi vida, no hay un solo día que no lo piense. A raíz de lo que pasó me convertí en la persona que soy hoy. Maduré, crecí, aprendí a manejar mis sentimientos, a ver las cosas de otra perspectiva, desarrollé mi personalidad, aprendí a tener empatía, humildad, etcétera.

ESTILO: ¿Cuáles eran tus planes al graduarte de la universidad? ELENA: Pensaba que al regresar a Honduras iba a ser un asset para cualquier empresa, que en todas partes iba a encontrar trabajo y que haberme graduado en una universidad americana era mi golden ticket a donde quisiera. ¡Rápidamente me di cuenta que estaba totalmente equivocada!

ESTILO: ¿Cuéntanos tus experiencias al buscar ese dream job?

ELENA: No muy buenas, nada era lo que yo me esperaba, muchas veces fui a entrevistas de trabajo y me fui desilusionada del trato que recibía. Pensaba: “wow, esto no es nada profesional.” En general fue muy decepcionante y por un tiempo estuve desmotivada. Pero mi mamá y mi hermano siempre me animaban, me daban mi espacio y el tiempo necesario para poder encontrar lo que me inspirara. Y gracias a eso hoy estoy donde estoy, motivada y haciendo lo que me gusta. Me siento feliz, plena, empoderada y con muchas ganas de seguir creciendo en mi propio negocio.

Pero Elena no es de las que se rinde. Inspirada y motivada por su madre, su familia y su prometido, Michael Lampman, pronto se encontraría incursionando en un área totalmente desconocida pero de la que se enamoraría irremediablemente.

ESTILO: ¿Cómo nace la primera pieza de Del Barro?

ELENA: Yo quería un jarrón que vi en internet pero era muy caro. Un día al visitar la finca de un amigo en Comayagua en plena pandemia conocí a Isael, Cristóbal, Jorge y Nelson, artesanos del área. Les comenté ciertas ideas que tenía y les di la tarea de hacerme un jarrón. Cuando regresé y vi lo que habían hecho quedé fascinada. Viendo como estaba todo a nuestro alrededor decidí que este sería mi camino y que quería hacer algo que también los beneficiara a ellos porque en ese momento nadie llegaba a comprarles y el país estaba en confinamiento. Empecé a hacer viajes al taller para empaparme de ese arte que desgraciadamente se está extinguiendo en el país. La alfarería es un oficio heredado, el hijo ve al padre y él decide seguir sus pasos. Con la globalización cada día hay menos alfareros, a las nuevas generaciones que crecen con la tecnología ya no les llama la atención trabajar el barro. Así fue como nació mi admiración por este oficio y cada etapa de su proceso, todas igual de importantes. Al ir aprendiendo y viendo lo difícil que es preparar la arcilla, el trabajo físico de cada jornada, la creación de cada pieza a mano y por último la quema, me sentía orgullosísima de ellos y de su trabajo. Fue así como nació Del Barro.

ESTILO: ¿Cuáles fueron las primeras comunidades que visitaste?

ELENA: En Comayagua fue donde todo comenzó. Luego empecé a buscar alfareros de distintas regiones y que trabajaran diferentes estilos y técnicas. Fue así como conocí a doña Julia y Domitila, quienes se dedican a la alfarería lenca en La Arada, Valle. Actualmente estamos en conversaciones e intercambio de ideas con mujeres en La Campa. Cerca de Tegucigalpa hemos trabajado con personas de Santa Ana. Mi sueño es poder trabajar también con la comunidad Maya-Chortí.

ESTILO: ¿Cómo logras guiar los procesos hasta obtener los diseños que visualizabas?

ELENA: Con mucho respeto y sin imponerles nada, simplemente llegué con ideas y buena actitud, dispuesta a aprender de ellos y a escucharlos. A conocer sus límites y motivarlos que se atrevieran a intentar hacer algo diferente. Una vez superado eso fuimos probando diseños que los hicieran sentir cómodos y que puedan replicarlos varias veces sin perder el diseño original porque no utilizamos moldes, entonces todo es “a ojo y a pulso”, como dicen ellos.

ESTILO: ¿Qué has aprendido de estos artesanos? ¿Y qué quisieras enseñarles tú a ellos?

ELENA: Que son muy habilidosos, y sobre todo muy trabajadores. Los admiro por seguir apostándole a un mercado que es un nicho pequeño e incierto algunas veces, pero ahí están ellos, haciendo y quemando piezas todos los días sin saber si alguien las va apreciar o no. Yo quisiera enseñarles más sobre artesanías en el mundo para que pudieran tener más exposición a lo que hacen otras culturas como la mexicana y de esa manera se atrevan y sean más ambiciosos en cuanto a crear piezas nuevas y más grandes, que se animen a inventar y crear cosas diferentes y más arriesgadas.

ESTILO: ¿Cómo surge la intervención de artistas como Ciseron?

ELENA: La idea de trabajar con él surgió porque intentaba posicionar Del Barro en mis seguidores como piezas decorativas para el hogar, que mis piezas fueran vistas como acentos para embellecer espacios. Decidí plantearle la idea de colaborar juntos y que él con su sello me ayudara a lograr ser vista como arte. Sin pensarlo dos veces me brindó su apoyo y la colección fue un éxito total.

ESTILO: ¿Cómo crees que podemos elevar el status del trabajo de nuestros alfareros a nivel local e internacional?

ELENA: El primer paso es apoyarlos a nivel local, empezar a consumir más productos artesanales para que el oficio siga creciendo.

Estoy segura que ahí afuera se encuentra un alfarero o alfarera capaz de crear algo fuera de este mundo y que sólo necesitan ser descubiertos, que se les brinde la oportunidad de crecer y ser más creativos. Una vez que a nivel local cambie la mentalidad del consumidor y que nuestros alfareros se vayan empoderando van a tener más libertad artística, van a sentirse cómodos explorando nuevos diseños e ideas y veremos piezas más creativas que nos permitan ser más competitivos a nivel internacional

ESTILO: ¿Por qué participaste en Girl Boss?

ELENA: Porque quiero a través de mi marca resaltar el trabajo de nuestros alfareros, que cambiemos la percepción que tenemos de nuestras artesanías y que apreciemos este trabajo que es sello y cultura de nuestro país y nuestras raíces.

ESTILO: ¿Cómo viviste las diferentes etapas del concurso?

ELENA: Cada una muy diferente y con sus propios retos, poder tener ese one on one con el jurado fue algo que aprecié mucho, me dieron consejos importantes y me hicieron preguntas estratégicas y observaciones que ponían a prueba el conocimiento de mi marca y que me hicieron reevaluar la dirección que le quiero dar a este proyecto y que al día de hoy sigo pensando cómo seguir siendo relevante y creando contenido original.

ESTILO: ¿Tu mayor aprendizaje en Girl Boss?

ELENA: Me voy con una sensación de responsabilidad social más seria. Esto para mi dejó de ser algo que “estaba viendo cómo me va” y se convirtió en un compromiso social y cultural. Estoy comprometida a seguir creciendo, trabajando con más alfareros de Honduras y ayudar a fomentar más la artesanía como arte.

ESTILO: ¿Las girl bosses que admiras?

ELENA: Creo que todas las mujeres en mi vida: mi madre, mis tías, mi suegra, las mamás de mis amigas que son empoderadas, luchadoras, empresarias, trabajadoras, que he crecido admirando, escuchando y siguiendo sus consejos.

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